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Mostrando entradas de febrero, 2014

1. Cuarenta grados a la sombra

Una gota de sudor cosquillea cuesta abajo por su espalda, coge carrerilla y pierde fuerza a la altura de la cintura. El 27 de julio broncea su cuerpo desparramado en una toalla mal estirada. La barbilla descansa sobre una de sus manos y sus ojos miopes parecen estar perdidos en cada grano de arena que peina con los dedos. El Nokia vibra a unos centímetros de la cara, sacándola del trance. Se sacude torpemente la arena y agarra el teléfono esbozando una pequeña sonrisa. Sabe que es ella. Es ella. Termina de leer el mensaje y se gira cara al sol. Coge aire y se incorpora, dejándose apoyar en las palmas de las manos. El mar se mezcla tan despacio con tierra firme que apenas podría ser escuchado si no fuera por la escasez de público. Mira a su izquierda y ve como el único turista a lo largo de toda la playa se levanta y camina con las gafas de sol en el pelo como prenda exclusiva sobre su cuerpo. Empuja la toalla lo suficiente para hundir los pies en la arena. Intenta ponerle edad y u

Ella era Ella.

"La muchacha de pelo rizado y ojos marrones, miraba serena. Intentaba acordarse de algo que no le venía a la cabeza. A ella le gustaba pasar las horas pensando, reflexionando. También le gustaba escuchar MUSE, pasaba las horas muertas escuchando una y otra vez, canciones de la discografía de aquel grupo. Ella recordaba perfectamente cómo descubrió al que era su grupo favorito. Era jovial. Le gustaban los animales y quería mucho a su perra. Estudiaba Psicología, para el que la conocía sabrá que aquella carrera le venía como un guante. Se sentía observadora, le encantaba mirar a la gente que no conocía y observar sus gestos, sus comportamientos. Para ella era como analizarlos. Más de una vez, participaba con ella en un curioso juego que había copiado de un programa de televisión, como ella misma me confesó. Imaginaba la profesión de la gente que ante nosotros continuaban con sus acciones ignorantes e ingenuos, sólo por su actitud.  Ella siempre se mostraba muy segura de sí misma, o

La mala educación

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Pienso que acabo de perder la fe en este momento. Y al no tener fe, ya no creo en Dios ni en el infierno. Si no creo en el infierno ya no tengo miedo. Y sin miedo soy capaz de cualquier cosa. -La mala educación.- 

Capítulo 47

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El el autobús de camino al colegio a la mañana siguiente vi pasar 4 coches rojos seguidos, lo que significaba que era un Día Bueno , así que decidí no estar triste por lo de Wellington. El señor Jeavons, el psicólogo del colegio, me preguntó una vez por qué 4 coches rojos seguidos hacían que fuese un Día Bueno , y 3 coches rojos seguidos un Día Bastante Bueno, y 5 coches rojos seguidos un Día Súper Bueno , y por qué 4 coches amarillos seguidos hacían que fuese un Día Negro , que es un día en que no hablo con nadie y me siento a leer libros solo y no almuerzo y No Corro Riesgos. Dijo que yo era una persona muy lógica, y que le sorprendía que pensara de esa manera, porque no era muy lógica. Le dije que me gustaba que las cosas siguieran un orden preciso. Y una manera de que las cosas siguieran un orden preciso era siendo lógico. En especial si esas cosas eran números o un razonamiento. Pero había otras formas de poner las cosas en un orden preciso.  Y por eso yo tenía Días Buenos