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Mostrando entradas de mayo, 2011

La niña más guay y afortunada de todos los niños guays y afortunados del mundo entero

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Era uno de esos días en los que enfundada en mi uniforme azul marino bajaba del colegio con mis hermanos y mi madre. No era jueves, pero ese día había manchado en clase el baby y ahora volvía a casa con él a modo de capa y dando carreras para hacerlo ondear al viento. Saltaba los escalones, los bordillos, y todo aquello que pudiera dar un poco de velocidad y entusiasmo al camino de vuelta a casa. Por aquel entonces vivía en un piso colocado en una pequeña plazoleta donde no había tarde que no saliera a jugar con otros niños y la cual por las mañanas, se convertía en un corazón que bombeaba señoras con carros de compra en su mayoría, sí, junto a una plaza de abastos. Aquel día, al atravesar esa plaza, me subí a uno de los grandes macetones que circundan la salida y casi por descuido lo encontré: un precioso cachorro de gato con días escasos, negro azabache, que maullaba escondido bajo las hojas. No recuerdo cómo, ni qué le diría a mi madre ni como la convencería de aquello pero la sigui