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Mostrando entradas de julio, 2021

Biznaga

El agua salpicando en las zapatillas, calando los calcetines, la piel y hasta los huesos. Huesos de viento que sobrevuelan cielos de agua clorada en el verano de tus taitantos. Brinda por esa tierra donde brotan las uvas aladas de encuentros y adivinanzas. Hablemos del tiempo, de hacia dónde mecen las mareas y de incendios forestales. De cortafuegos. O no hablemos de nada. Miremos las olas saladas al viento, creando formas con los dedos en la noche despejada de tu cuerpo. O no miremos nada. Seré viento que arrasa y destruye o brisa que eriza la piel de los naranjos cuando sopla por la espalda. Serás agua que arrastra y destruye o esa que brota y fluye conquistando las piernas en mar abierto. Seremos elementos. O elementales. O no seremos nada. Que los huesos vuelen y se cumplan tus ganas. Que siembres en tus ojos jazmines, florezcan y adornen tu cuello. Que recoja los momentos y con ellos te construya una biznaga.

Alicia.

Hoy he tenido una regresión. Alicia ha vuelto a entrar en mi vida atravesando la puerta que va desde ese sillón verde con olor a humor negro de la que asume su próxima ausencia y caramelos de café, donde un día nos conocimos, hasta el despacho del centro donde repito cansinamente y repito cansinamente y repito cansinamente. El pecho nota el puño despertando con brío a esa Alicia que me cuenta sin espejos ni tapujos quién es y lo poco que le queda. Despierta en mí sus últimos vaciles a esa muerte que la mira de frente y ese cáncer, maldito cáncer, que se come sus pulmones pero jamás el brillo de sus risas ni la melodía de sus ojos.  Hoy entró Alicia en el cuerpo maltrecho de Mercedes. Otro bicho le come los pulmones y mientras espera mi cantinela una llamada le cuenta que la radioterapia tiene ya su marca en el calendario. Mercedes se encoge y se sobrecoge y mira de refilón a su hijo buscando una mano invisible que sostenga sus dudas. Su hijo se expande sin moverse y la envuelve en un c