Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

Percibir. Atender. Aceptar

Últimamente siento una necesidad imperiosa de. No lo sé. Escribir, hablar, contar, escuchar, conocer, tocar, entender, romper, construir, inventar, pintar, nadar, sentir, aprender, vivir. Soy una puñetera luciérnaga que se está apagando y me niego a dejar de dar luz, con lo bonita que me queda. Carencias, excesos. No lo sé. Mindfulness, relajantes musculares y ya vamos improvisando el vuelo, rumbo a la compra de una bombilla de repuesto. El hilo conductor atado al dedo gordo del pie ya es historia. Me he incorporado un poco y mientras todo se recoloca no paro de repetirme que el hormiguillo de mis pies solo puede regalarme momentos y personas. Qué raro todo esto de latir.

Por dentro y por fuera

Echar un polvo, correrse, follar, tenerse ganas, tensión, mojarse, empalmarse (para quien pueda), tocarse. No vengo a hablar de nada de eso, pero sí un poco de todo. Tocarse, háptica, contacto,  un cuerpo a cuerpo, lucha de poder a veces, otras un acto narcisista por ser el que mejor da y otras un acto egoísta por ser el que mejor recibe. En los buenos polvos, todo junto. Cuando tú tocas algo, ese algo te toca a ti. Y qué verdad tan grande, Y qué humano todo. Háptica, repito. La mejor palabrota que apela a la piel con piel. Y estamos recubiertos de piel.   Según la Wiki, l a  piel  es el mayor sistema del  cuerpo  humano​ o animal. En el ser humano ocupa aproximadamente 2 m², y su espesor varía entre los 0,5 mm (en los párpados) y los 4 mm (en el talón). Su peso aproximado es de 5 kg.  Joder, tanta piel y tan poco caso, caso consciente.  Nuestra cobertura, nuestro escaparate, el saco que protege y esconde el resto de chismes. Somos piel con cosas. Somos infinidad de terminaciones n

Lo que de verdad importa

Hace un par de días, durante una sesión de terapia, mi compañera sacó una tableta de chocolate negro. Jamás me ha gustado el chocolate negro (pero con algo dulce me entra de escándalo, nada que ver con mi aversión al queso). Partió tres onzas: una para la cliente, una para ella y otra para mí. ¿Chocolate en intervención? Pues sí, nos disponíamos a realizar un pequeño ejercicio de mindfulness con un ingrediente altamente recomendado para poner el motor dopaminérgico y el circuito de la recompensa de nuestra cocotera a punto.  Bien, antes de continuar, debo decir que mi sueño se ha vuelto un poco inestable desde el último incidente-barra-avistamiento por parte de mi amiga L. de esa persona que más que una asignatura pendiente es una asignatura suspensa, una mancha en mi expediente, una burla delante del espejo (porque encima nos tenemos que parecer, fite tú), un tocamiento de coño a dos manos, una puta mierda, vaya. El caso es que yo, estando despierta, acepté todo sin signos aparente

Borrador: Agosto 2010

Los días emos asolaron el territorio neural de mi cabeza. Bloqueo sustancial de la positividad, cansancio, falta motivacional, emociones contradictorias..todo apuntaba finalmente a que o había perdido el norte, o a que necesitaba hacer algo diferente (a pesar de mi falta de ganas). Y esque los estados así son de lo peorcito, porque dirigen tu rumbo en dirección completamente contraria a lo que verdaderamente necesitas. Un estado emo se potencia con conductas emos : canciones tristes, pensamientos catastróficos-autodestructivos-depresivos, sentimiento de soledad potenciado por ganas de estar solo por no apetecerte nada. En fin, si nos paramos a pensar friamente, aunque todos tengamos nuestros dias flojos y durante las 24 horas del dia no se pueda estar feliz, el ser humano se ciega tanto en la tristeza que siente que sin querer se encapsula entre conductas que solo la fomentan cuando el tiempo transcurrido en esa cápsula es superior a 24 horas. He pasado unos días un poquito así, las

La fuerza mayor

Ey, holi. Cosas de la vida llevo unos días curioseando y hurgando en el pasado de este blog, el cual se encuentra a las puertas de cumplir una década. Mentiría si dijese que no he sentido de todo perdiéndome en algunas entradas y que no se me ha escapado alguna que otra sonrisa recordando cosas que, sin estar escritas como tal, para mí están más que presentes. Lo que es indiscutible es que lo que más he hecho ha sido reírme a carcajada limpia, de esas que te ponen coloraítas las orejas y la cara y todo y no por nada "sepsual" xD. Nueve años, para ser exactos, de idas de pinza, declaraciones de intenciones, descripciones muy puke rainbows y un montón de veces que repito el verbo "aprender". Me encanta, me encanta haberlo repetido tanto y tantas veces irme metiendo carajazos cada vez más estilosos contra ese supuesto aprendizaje. De verdad que leerme y ser capaz de reírme de aquellos tan lejanos dramas me hace relativizar el presente. Es genial saber que cuando lle

Cerrando círculos

"Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Sí insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.  ¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en rebobinar el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.  No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué.  Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo,

Instrumental

Imagen
"Esta vez salió perfecto. Tres cortes de dos centímetros de largo, no lo bastante profundos para requerir puntos, ni lo bastante superficiales para permitir que el dolor desapareciera demasiado rápido. La medida perfecta. Tuve la sensación de un subidón de heroína, aunque más limpio. Lo que sentí al desplomarme de nuevo en el suelo del cuarto de baño, satisfecho, agotado, feliz, era todo lo que había esperado y más. Es lo que tienen las autolesiones: no solo te colocan, sino que también te permiten expresar el asco que te inspiran el mundo y tu persona, controlar el dolor, disfrutar del ritual, de las endorfinas, de esa violencia sórdida, bestial y ejercida contra uno mismo en privado, y no hacer daño a ninguna otra persona. Aquello era como tener una aventura sexual especialmente obscena, aunque sin gastarte una fortuna en habitaciones de hotel, sin tener que traicionar a tu mujer ni limpiar como un forense el móvil y el buzón de entrada del correo. Era perfecto. Había encontr

Próxima parada...

Eris. El viaje fue largo, demasiado para cualquier saco molecular que intente llegar de una sola pieza al otro lado del universo. Imagina la velocidad, imagina la inmensidad de esa masa oscura que te envuelve, densa  tus movimientos y te convierte a su merced en algo más suyo que cualquier otra cosa. Te hipodimensionas, y en fondo termina siendo agradable ser tan insignificante, sin que nada te pertenezca realmente y por tanto, sin que nada ciertamente te responsabilice. El aterrizaje fue brutal. Eris me atrajo como si se tratase un trozo planetario más, como si de verdad tuviera que deshacer ese saco molecular y mezclarme con el polvo de la superficie y de algo más adentro, cerca del núcleo. No sé si me echaba de menos o era su forma de hacerme doler. La reconstrucción ha sido otra historia. Han sido numerosos los intentos de recolocar cada átomo en su sitio, limpiar cuidadosamente cada recodo interno e intentar superar el jet lag . Meses de trabajo para tener grandes lagunas en