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Mostrando entradas de mayo, 2022

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     Las sillas de madera de los viejos autobuses, apoyando la cabeza en el cristal y susurrando una constante "A" que vibraba y me distraía durante el trayecto. Colocar los pies en la pared, hacia arriba, imaginando que era capaz de caminar por el techo de gotelé y ver el mundo al revés. Apoyar la cabeza en el regazo de mi madre cuando al salir del cole me cogía en brazos y "escucharla por dentro" mientras charlaba con otras madres. Colocarme el babi como una capa los viernes al salir de clase e ir acelerando por el camino para que cogiera soltura. Hablar con mi hermana a través de la boca de mi madre, creer que recordaba nuestras conversaciones el primer día que la vi.  El olor a tabaco en la ropa de mi padre cuando me llevaba dormida en brazos a casa. Los bocadillos de nocilla a media tarde, viendo "Sailor Moon" o "Dragones y mazmorras", o cualquier serie que dieran en "La Banda del Sur" a esas horas. Aquel campamento en un pueblo de

Cuarentena

Tan solo me habían durado tanto los paquetes de Donetes durante la cuarentena, cuando una vez por semana salía a hacer la compra y escondía en el bolsillo del carro mi premio en forma de Donetes por exponerme al exterior y cargar como una mula con todas las cosas por la cuesta del Tiro. Eran otros tiempos, tan solo han pasado dos años, pero eran otros tiempos.  Ha sido una semana larga, confusa y medio triste. Un paquete de Donetes, tres magdalenas, cuatro mini kit kats y tres bolas de Maltesers han sido mi alijo de droga mala para superar emocionalmente este bache físico-mental del que aun no me siento del todo fuera.  Creo que he llorado más en la recta final de abril que en todo lo que llevamos de 2022, al menos 4 días en los últimos 9. Me he leído Maus, las viñetas de Macanudo y un par de capítulos de El Evangelio (Elisa Victoria). Me he terminado The Office, Heartstopper y empezado a ver The flight attendant y la segunda temporada de Undone. He visto la final de pádel femenina y l