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Mostrando entradas de noviembre, 2018

¿Qué nos queda?

Me siento como el corcho de una botella de vino que ha sido lanzado desde alta mar, como el que tiene algo que celebrar y no importan los restos. Y floto, y siento el glamour de los buenos tiempos y del brindis aun formando parte de mi corta historia, donde ya no toca volver. Y el azul me mece, la sal desprende los restos afrutados y el sol me recuerda la brevedad, la invisibilidad, el letargo. A veces roto la cara que apunta al cielo y en el fondo de ese azul inmenso, donde el aire no entra por mis poros, me encuentro con la rudeza de aquel muro infranqueable que como un telón negro te avisa de los finales. Ya no hay pánico, sé que es cuestión de poco tiempo recibir la sacudida. Esa que me cambie el rumbo hacia alguna parte, siempre lejos de aquella fiesta donde estaba de prestado. Pero sigo penando, derramando la sal por mis ojos como si estuviera realmente inundada por un mar de azules. Siguen las cicatrices en periodo de prueba y las heridas que se esparcen lentas oscureci