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Mostrando entradas de julio, 2022

. .-. .. ... IV

 Apretó los ojos con fuerza e intentó aferrarse inútilmente al suelo. La vibración se hizo tan fuerte que pronto estaba suspendida a tres palmos del suelo. El techo voló con todo y al abrir los ojos solo pudo ver alejarse de aquella ventana que se hacía cada vez más pequeña entre la nada.  Le siguió un silencio que le resultaba familiar. Topo ya había flotado antes, ya había sentido la ingravedad del que viaja lejos de casa en un proceso de replegamiento introspectivo.  En el camino sintió cortar hilos rojos que la conectaban con humanos, soltar palabras escondidas guardadas en cajas de cartón, vio sus miedos precipitando y agarrando la punta de los dedos con fuerza para viajar con ella. Se vio sacudiendo y sacudiendo, pero no consiguió librarse de todos los que ya se sabían las mejores técnicas de alpinismo anatómico. Por el camino, perdió momentos atesorados en pequeños tuppers y al verlos alejarse casi pierde el rumbo intentando recuperarlos.  Soltó varias toneladas de muchas cosas

. .-. .. ... III

Un murmullo, casi imperceptible, hizo a Topo pegar la oreja al suelo intentando localizar qué hacía vibrar la tierra, despidiendo, despacio, a sus pies del subsuelo y desenterrando consigo la curiosidad del que lleva esperando que algo cambie demasiado tiempo.  Las hojas verdes de sus dedos temblaron apoyadas hasta dejarse caer. Observó sus manos, humanas de nuevo, sus pies perdiendo raíces y sus costillas abrazando a un pecho que galopaba nervioso. 

. .-. .. ... II

En todo este tiempo de espera, hubo quien se sentó a sus pies, aprovechando la sombra que daba su copa en los meses más duros.  Tener humanos cerca la reconfortaba. A veces los escuchaba parlotear sin parar mientras se dejaba tocar por dentro. Sentía la vida como si fuera normal, una de tantos billones de personas que habitan la canica azul, como si gran cosa.  En otros momentos se dejaba querer, mucho pero no tanto, poco pero lo suficiente. Perdía las bragas y jugaba con las espuma de las olas que rompían por sus ramas. A veces le gustaba probar la sal de otras costas y casi siempre, cuando se iban, sus ojos la devolvían para dejarse las ganas secando al sol.

. .-. .. ...

En la Tierra, con los codos apoyados en el alféizar de su ventana, Topo vio dar tantas vueltas al Sol que el musgo brotaba en sus dedos, las raíces de sus pies abrieron el suelo y la sujetaron tan firme que las estaciones trepaban por ella como hormigas en fila , brotando en primavera y dejándola desnuda en el invierno.  Las golondrinas anidaban en su ombligo y el jolgorio la mantenía distraída de una búsqueda de nunca supo qué ni jamás supo hasta cuándo. No recordaba cuánto llevaba sembrando recuerdos en un manto oscuro con bordados brillantes que centelleaban en Morse. Tomaba notas mentales, con el ceño fruncido, esperando la señal que la devolviera a alguna parte.