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Mostrando entradas de mayo, 2018

Treintaiuno

Las sillas de madera de los viejos autobuses, apoyando la cabeza en el cristal y susurrando una constante "A" que vibraba y me distraía durante el trayecto. Colocar los pies en la pared, hacia arriba, imaginando que era capaz de caminar por el techo de gotelé y ver el mundo al revés. Apoyar la cabeza en el regazo de mi madre cuando al salir del cole me cogía en brazos y "escucharla por dentro" mientras charlaba con otras madres. Colocarme el babi como una capa los viernes al salir de clase e ir acelerando por el camino para que cogiera soltura. Hablar con mi hermana a través de la boca de mi madre, creer que recordaba nuestras conversaciones el primer día que la vi.  El olor a tabaco en la ropa de mi padre cuando me llevaba dormida en brazos a casa. Los bocadillos de nocilla a media tarde, viendo "Sailor Moon" o "Dragones y mazmorras", o cualquier serie que dieran en "La Banda del Sur" a esas horas. Aquel campamento en un pueblo

Era el momento

¿ Qué persona te hubiera gustado conocer en otro momento de tu vida ? Bien. Esta pregunta, formulada de otra manera, es uno de los pensamientos más populares y distorsionantes de realidad que he tenido en, precisamente, muchos momentos de mi vida. Y cuando digo muchos momentos, me refiero a momentos que pertenecían a cada una de las personas a las que le he otorgado ese pseudoprotagonismo. Supongo que es un buen mecanismo de defensa pensar que las cosas podrían ser diferentes porque el momento sea diferente. Creer que alguien pueda ser para siempre de no haber sido porque e l momento no era el correcto: la persona adecuada en el momento equivocado. Podría tener sentido, y lo mismo puede ir de la mano de parte de mi teoría del 100, donde tal vez un pedazo de 100 para ti, pasa por delante de tus narices y eres incapaz de responder porque eres un cacho mierda de 50 en ese momento. Recordemos que en mi teoría, siendo un 50, como mucho ibas a dejar acceso free a un 70...70 que se

El caso es cumplir

Va a costar. Diría que escribir el día después de una fuga de realidad no está muy recomendado y que los tintes deprimentes que se puedan percibir tienen el origen en este estado post-festivalero. Pero no, el "durante" también tuvo sus cositas y sus noches de no dormir mucho dialogando con la almohada. Ay, la almohada, my best friend forever. A estas alturas de la película ya debería tener hecho el cuerpo a los cambios de actitud. Pero estoy de revisión. He cambiado de táctica demasiadas veces en el último año para que las cosas volvieran a su sitio, y hace un par de noches me pregunté hasta qué punto "su sitio", el que existe(ía) en mi cabeza es su verdadero lugar. También di por hecho que la pelota no tendría que estar en mi tejado porque no tenía problemita en este asunto de pares, pero va a ser que el problemita es de dos, y que la pelota también es mía. ¿Y lo que yo quiero?¿Y lo que yo necesito? No se trata de "yoes", ni de abandonar a la primera d

Y puntos suspensivos

Y los días se cruzan. Llevaba una semana en amarillito en mi libreta (feliz) e incluso tuve un momento muy mindfulness tirada en el césped de aquel parque hace un par de días. No estaba prestando atención a los que tenía alrededor, pero los escuchaba reírse de anécdotas o cosas de Telecirco que no me interesaban mucho. Cada vez había menos luz y había podido ver el atardecer muy panchamente. Soy así de fácil.  Noelia 1 - Hormonas dementoras 0. Ayer iba por el mismo camino. Las hormonas me dieron la mañana, pero copón, bastante bien se han estado portando con el tiempo que llevamos de pseudoprimavera. Salí a la calle una media horita para despejar mi baja productividad y un pájaro decidió cagarse en mi camiseta y en mi brazo (no sé cómo llegó a ambos sitios de un tiro). No pasa nothing: me río, subo una foto al Insta y la camiseta para lavar. NO-PASA-NOTHING. Pero para hacer la gracia, diré que era un aviso del cielo para decirme gráficamente que no me flipe. Por la tarde tod

En función de.

Hace unos años empecé una entrada que finalmente nunca vio la luz. No sabía cómo terminarla y no sabía cómo de oportuno sería publicarla en aquel momento. Y a decir verdad, aunque me muriese de ganas, nunca terminé de ver el momento. No voy a usar ninguna palabra de las de entonces, porque estaría escribiendo desde un ayer lejano del que queda poco. Lo vuelvo a intentar. Un día aparecen dos líneas sobre el papel que se cruzan en medio de un todo en blanco. Una es "X" y otra es "Y". Dos incógnitas que a pesar de ser contiguas estudian en turnos opuestos y así es como un día cualquiera, X se retuerce desde el centro para dejar caer la mirada en los vértices hippies de Y. Y, por supuesto, pasa ajena totalmente a ese (0,0) y le suceden, durante unos instantes, un (0,1), (0,3), (0,5)...y X abandona la zona franca y prosigue su camino trazando una curiosidad creciente ante la primera letra por la que mengua sus comas.  Cuentan que ambas incógnitas estaban resueltas

Operación ¿Wakaké?

Me encanta la ropa de invierno. Me encantan los calcetines gordos, los pijamas de pelillo, las batas Alcántara, los jerséis y las bufandas, los guantes y las mil capas en la cama para dormir. Me encantan las chimeneas, las estufas, las mantitas, los abrazos. Bueno, los abrazos depende.  Estoy resfri, y por tanto estoy blanda, sensible y vulnerable. También me quejo un poquito. En fin, que no se me debe tener muy en cuenta.  Parecía que el frío se había ido a la puta pero va a ser que no, ha vuelto y con él las cien capas de ropa (y el resfri). No puedo decir que no me guste pero ya estaba disfrutando de un poquito de sol. Este invierno se ha hecho notar como los yogures de José Coronado: por dentro y por fuera.  Joder, yo antes no era así. Antes odiaba los pijamas para Reyes, los calcetines o ir como una cebolla. Antes era barriguilla al aire y de topless en la playa (no se me fueran a quedar marcas). A día de hoy...¿moreno? ¡Mi animal mitológico favorito! Bueno, tal vez es po