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Epílogo: Si de verdad quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo.

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Lo que sí he descubierto es que nada sucede por casualidad. Cada uno de nosotros recoge aquello que siembra. Como escribió el gran líder hindú Mahatma Gandhi: << Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se transformarán en acciones. Cuida tus acciones porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos porque forjarán tu carácter. Cuida tu carácter porque determinará tu destino. Y tu destino será tu vida >>. Muy sabio este hombre, sí señor. No se me ocurre ninguna forma mejor de expresar la enorme responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros a la hora de gestionar nuestra propia vida. Al mirar hacia atrás y analizar mi historia personal, me doy cuenta de que en general no me ha ocurrido lo que yo quería o deseaba, sino lo que necesitaba aprender para ser feliz. ¡Qué maravillosa es la vida cuando tomas conciencia! ¡Qué asombrosa experiencia es estar vivo! ¡Y qué sentido tiene todo cuando vives conectado a tu corazón! -

Capítulo 34

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El sol se hundió definitivamente en el mar. Siempre me había preguntado dónde pasaría la noche, y ahora por fin lo sabía: se acostaba bajo la superficie del agua. Sin embargo, el sol tenía que sumergirse muy mucho en el agua, ya que no se veía ni una pizca de luz. La luna y las estrellas se reflejaban en las oscuras olas. Después de unos tan duros, ese espectáculo me resultó sumamente tranquilizador, el suave golpeteo del agua contra el casco del barco, el leve balanceo del suelo bajo mis pezuñas, la ligera brisa marina en la piel y el aire fresco en los ollares. Lo que sentía era un gran alivio por haber salido con vida de tantas aventuras. Y una profunda gratitud. Si esos sentimientos eran la felicidad, entonces era muy feliz. Lo único malo fue que esa sensación no duró mucho. Una pequeña parte desagradecida de mí comenzó a alterarse y se dio cuenta de que la vida tenía que ser algo más que simplemente sobrevivir. Traté de reprimir esa parte vacilante, pero cuanto más me esforzaba

El suelo (No.20)

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Es verde agua y está salpicado de puntitos negros y blancos. Y tiembla. Lo único que puedo hacer es permanecer aquí sentada, acostumbrando mi cuerpo al temblor, buscando con la mirada un punto fijo en el suelo para no marearme; así que intento adoptar una postura cómoda y mantener una posición vegetal hasta que pasen las tres horas que que faltan para llegar. Cuando lo consigo, me aíslo, del resto del vagón poniéndome los cascos. Pero todas las canciones, hasta las que más me gustan, las que siempre me hacen sentir bien, me repiten con estribillos pegajosos lo que mi estómago hace rato que intenta decirme:    -  Que quiero bajarme de este tren. Y no me extraña, porque he subido a la fuerza; llevaba todo el día en esta habitación de suelo hidráulico y estable con flores y lazos que no tiemblan. La que tiembla allí soy yo. Ahora que comparo los dos suelos me parece estar cometiendo un sacrilegio. Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END" -Paula Bonet-

Problemas crónicos de la madurez

Están perdidas en los colegios todas las muchachas con falda que amé cuando era niño, los balonazos que pegábamos en las ventanas del porvenir y los centímetros ganados al destino al ir creciendo. Echo de menos las monedas de quinientas y su milagro de los viernes, cuando la libertad era un viaje en metro sin padres, dar la mano por primera vez en la oscuridad de un cine de barrio o quizá algún beso sin saliva y sus instantes previos, cuando nos latía el corazón en todo el cuerpo. Nos despertamos de repente, como si la vida nos empujara de la cama y cayéramos de golpe contra la realidad. Ya no quedaba tiempo para equivocarse. Si hubieras sabido entonces lo que sabes ahora la habrías besado -piensas-. Si hoy supieras lo que sabías entonces tal vez no tendrías miedo a recaer en aquella mujer -piensas-. Qué cosa extraña la vida, qué desorden tan calculado y los sentimientos que son números decimales nunca cifras concretas. Ah