Biznaga

El agua salpicando en las zapatillas, calando los calcetines, la piel y hasta los huesos. Huesos de viento que sobrevuelan cielos de agua clorada en el verano de tus taitantos.

Brinda por esa tierra donde brotan las uvas aladas de encuentros y adivinanzas.


Hablemos del tiempo, de hacia dónde mecen las mareas y de incendios forestales. De cortafuegos.

O no hablemos de nada.


Miremos las olas saladas al viento, creando formas con los dedos en la noche despejada de tu cuerpo.

O no miremos nada.


Seré viento que arrasa y destruye o brisa que eriza la piel de los naranjos cuando sopla por la espalda.

Serás agua que arrastra y destruye o esa que brota y fluye conquistando las piernas en mar abierto.

Seremos elementos. O elementales. O no seremos nada.


Que los huesos vuelen y se cumplan tus ganas. Que siembres en tus ojos jazmines, florezcan y adornen tu cuello.


Que recoja los momentos y con ellos te construya una biznaga.

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