Domingos
Los domingos por la tarde siempre han me han sonado como el video de Muscle museum de MUSE. Los pájaros han dejado de cantar hace unas horas y en este silencio solo hay espacio para la desidia. El scroll infinito en redes me ha vuelto a llevar a ese punto de mareo como la que se baja de un barco después de una larga travesía o la que se pone a leer en un coche en marcha. He estado muchas veces triste, un montón de veces he tenido paradas en boxes y he podido ser consciente de estar jodida, pero siento que cada vez que paro, la movida es más tocha y mi cuerpo está más cansado. No sé si serán los años o la acumulación del rodamiento, pero sin estar en guerra, tengo ganas de volarme la tapa de los sesos. Prometo que estoy trabajando por mantenerme a flote y, aunque no vaya nada conmigo, estoy tan a la desesperada que he pedido esa mano que me ayude a llegar a la orilla. A veces pienso que no merece la pena, que he perdido el ritmo y el compás y que me autoconvenzo para segui...