¿Qué es mi cuerpo para mí?

 Mi cuerpo es tantas cosas, que no sé qué coño es mi cuerpo. 

A veces, mi cuerpo sostiene la rabia que pide salir con fuerza, contra algo, contra alguien, cuando lo injusto me rodea. Otras veces me aísla, creyendo que me protege, cuando alguien que dice quererme me pone la mano encima, simplemente para acariciarme o tal vez abrazarme.

 Mi cuerpo no quiere sentir mucho, porque a través de él, también duelen las personas.

Para algunos, su cuerpo es un templo. Para mí, desde hace un tiempo, lo siento como una iglesia expoliada, con una paz que alberga guerras pasadas, con un valor basado en la historia de esas ruinas, ya sin nada que perder, salvo la memoria.

Mi cuerpo es un almacén de viejos recuerdos, cicatrices que cuentan infancias de rodillas peladas, juegos de niños y otros tantos.

Mi cuerpo es fragilidad, es culpa por no cuidarlo, es caos, rabia y un proyecto abandonado.

También, mi cuerpo es fuerza. Es esa háptica con la que me permito sentir, cuidar y buscar ese hilo conductor que hace funcionar cabeza-corazón al mismo tiempo.

Mi cuerpo es una dualidad compleja, un batiburrillo divertido al que le gusta pasar y pisar despacio. 

Y, entre tanto que soy, también soy este cuerpo que habito. Mi cuerpo es mío y guarda con cuidado todo aquello que soy. 

Que no es poca cosa.

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