La niña más guay y afortunada de todos los niños guays y afortunados del mundo entero

Era uno de esos días en los que enfundada en mi uniforme azul marino bajaba del colegio con mis hermanos y mi madre. No era jueves, pero ese día había manchado en clase el baby y ahora volvía a casa con él a modo de capa y dando carreras para hacerlo ondear al viento. Saltaba los escalones, los bordillos, y todo aquello que pudiera dar un poco de velocidad y entusiasmo al camino de vuelta a casa.
Por aquel entonces vivía en un piso colocado en una pequeña plazoleta donde no había tarde que no saliera a jugar con otros niños y la cual por las mañanas, se convertía en un corazón que bombeaba señoras con carros de compra en su mayoría, sí, junto a una plaza de abastos.
Aquel día, al atravesar esa plaza, me subí a uno de los grandes macetones que circundan la salida y casi por descuido lo encontré: un precioso cachorro de gato con días escasos, negro azabache, que maullaba escondido bajo las hojas. No recuerdo cómo, ni qué le diría a mi madre ni como la convencería de aquello pero la siguiente imagen que tengo es del gato entre mis manos caminando los pocos metros que me distanciaban del portal de casa sintiendome la niña más guay y afortunada de todas los niños guays y afortunados del mundo (por favor, tenía un baby colocado como capa y una pequeñisima mascota, ¿qué más podría pedir una niña de 8 años?). Mi pequeña mascota protegía su vida de algún posible descuido de mis manos con sus uñas sobre mi jersey. Pronto mi madre se hizo con ella entre sus manos y se dispuso a prepararle algún método para alimentarlo mientras yo corrí a mi cuarto en busca de una caja de zapatos vacía para hacerle su cama (no encontré una vacía, pero la vacié de igual manera y escondí las zapatillas bajo la cama). Mi madre había tenido la genial idea de pinchar la punta de uno de los dedos de un guante de látex y mientras lo alimentaba pensaba en alto algún nombre que quedara bien con la niña más guay y afortunada de todos los niños guays y afortunados del mundo. Mi madre no paraba de repetir "verás cuando lo vea tu padre" y "no te hagas ilusiones que a tu padre no le va a gustar", pero, ¿cómo iba ahora a pensar en que tendría que devolverlo?, ¿y si su madre lo había abandonado o lo daba ya por perdido?,¿y si iba un perro y se lo comía?. Lo metí en la caja de zapatos envuelto en un par de toallas pequeñas para mantenerlo caliente. No recuerdo qué comí ni qué cosas hice hasta que llegó mi padre, pero llegó. Mi madre le contó la historia y su gesto se torció acompañandolo con un "no quiero animales en el piso". Pensé que, tal vez si viera al pequeño, no podría atreverse a decir que no y se lo llevé para que lo viera. Su gesto siguió torcido e insistió en esa estúpida norma de adultos ("nada de animales en casa"). Me dijo que lo devolviera a aquel macetón y obligó a mi hermano a que me acompañara. Me negué, me abracé a aquella caja mirando al pequeño gatito y sentí cómo de verdad me dolía dentro y tenía miedo. Lo acababa de conocer y ya lo quería, aquel pequeño cuadrúpedo se había encargado de "engatusarme". Tras los intentos de mi madre por convencerlo, mi padre me quitó la caja de las manos y entonces sentí como si alguien me anudara la garganta y me replegara por dentro. Me encerré en mi cuarto y eché el pestillo. Sentí cómo me habían arrancado lo mejor que había tenido hasta el momento y creí que mi padre no tenía corazón, que era malo y que lo odiaba. Ya no era la niña más guay de todos los niños guays del mundo, pero eso no me importaba, ya no estaba. El nudo empezó a dolerme y no me dejaba tragar, sin saber cómo, el grifo de mis ojos se abrió y el nudo se deshizo, lloré y lloré y no recuerdo haber llorado nunca antes así. Escuché la puerta de casa cerrarse y sabía que ya se habían llevado al gato. Seguí llorando hasta que volví a escuchar la puerta de casa, me sentí tan triste que posiblemente fuera la niña más triste y no guay de todos los niños tristes y no guays del mundo, y me dormí sentada en el suelo apoyada en la puerta. Recuerdo que tardé días en devolverle la mirada a mi padre y en perdonar a mi madre por alta traición.
Después de aquel momento ignoré la existencia de los gatos sobre la Tierra y, a los 4 años de aquel incidente, mis abuelos me regalaron por mis notas de junio a mi primera perra, Nelly. Era una pequeña bola escondida bajo el sillón, llena de pelo, blanca, marrón oscura y con las puntas de las orejas negras (era el cachorro más precioso del universo canino). Esta vez mi padre dejó quedarnos con ella en casa y, después de ella, vinieron (junto con mi mudanza a una casa a las a fueras) Thor y al tiempo, Nalo.
Hoy, 1 de mayo, mi madre ha aparecido en casa con una bola negra del tamaño de mi palma de mi mano, con la barriga moteada en blanco y con los ojos azules (aun por la lactancia). Esa pequeña bolita negra es un gato idéntico al que tuve entre mis manos hace 16 años. Tenía miedo a la reacción de mi padre, a que hiciera devolverlo nuevamente a su lugar de procedencia, pero esta vez no fue así. Rompí el ritual de ponerle yo el nombre a los nuevos inquilinos y mi madre la bautizó como Luna. Ya no importaba cómo se llamara, sólo que yo volvía a sentir que la sonrisa me cruzaba la cara y que aquel pequeño volvía para hacerme sentir la niña más guay y afortunada de todos los niños guays y afortunados del mundo mundial.

Lo que más me gusta de esta entrada es que la estoy haciendo con ella echa un ovillo en mi regazo.


Comentarios

  1. *_* No tengo palabras, qué historia tan bonita y qué final, aunque con muchos años de por medio, tan bonito.

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  2. Jaja, yo siempre como tu padre la primera vez: nada de animales en casa!!!!!! no gutan los bichos. Ahora, corretear con el baby puesto como Supermán me encantaba :o)

    Besos y a disfrutar del lindo gatito

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  3. Tengo que decirlo, tengo que decirlo...pero qué MONA eres!! ^^ Qué historia más preciosa, yo también pude tener un perro tras años y años de cartas de Reyes frustradas. Los Nenucos no tienen pelo, y yo quería un pequeño ser peludo, tanto no pedía!! Ahora sólo falta que me regalen el conejito que llevo pidiendo desde que aprendí a hablar...xDD

    Bessssos

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