La alargada Sombra del Amor

Estoy mecánicamente vivo, ya que mis dedos se mueven y mis ojos parpadean. Sin embargo, siento un profundo vacío. Como si me hubiera bebido una taza de té, se me hubiera hecho añicos en la garganta y me retorciera todos los puntos sensibles del cuerpo, sin tocar los órganos vitales, para que me quede aquí. Veo con claridad la hilera de árboles a la entrada del aparcamiento sacudidos por el viento, con sus sombras retorcidas, pero no oigo nada. Tengo la sensación de que me encojo y crezco al mismo tiempo. De no caber en mi propio cuerpo. Me siento como si yo mismo fuera demasiado grande para mi cuerpo. Es el vacío que se hincha y me hincha. Mis manos tiemblan como una garganta estrangulada. Las obligo a agarrarme los hombros, pero siguen temblando. Me miro las rodillas: parecen dos piedras grandes, y los tobillos dos piedras medianas. Lo demás tiembla. No es frío de verdad, es esa cosa nueva: el vacío.

(La alargada sombra del amor. Mathias Malzieu)



Y ahora, después del citado en esta entrada y de Valquirias, Momo de Michael Ende, es el siguiente. Echaba de menos esa sensación de regodearme entre las palabras que cobran vida en forma de historias nuevas, a veces familiares, de un pequeño libro de bolsillo.



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Hazte pajas positivas

Libreta. 4 de junio de 2023.

Querida Yo