El camino fácil

La vida es como las carreteras. Todas tienen ciertas normas, peligros y momentos para saltarse las reglas. El camino lo recorres tú, pero te equivocas enormemente si piensas que la carretera es tuya. Los estilos de vida podrían ser como las autopistas, autovías, carreteras convencionales, vías de poblado, intersecciones, vías no pavimentadas, incluso podríamos hablar del carril bici. Todos esos caminos que el hombre construyó para adaptar el medio a nuestra forma deseada/necesaria forma de desplazamiento son meras representaciones de esos estilos de vida que algunos recorren durante toda su vida y otros las combinan según el momento.
Hay carreteras de ida y carreteras de vuelta, como el anuncio de ese coche -"probado en el camino más difícil, el de vuelta"-. Hay vías que te permiten la marcha atrás un máximo de 15 metros, y otras en las que está terminantemente prohibido hacerlo. La marcha atrás sólo es recomendable/aceptable emplearla para pequeñas disrupciones en el camino que, por errores o distracciones del conductor hayan podido ocurrir. Los coches, al igual que las personas, son entes sociales que conviven entre sí y, por tanto, repercuten al resto de los que transitan la vía.
Hay quien puede recorrerse el mapa con Audis o BMW, otros con coches más pequeños y otros que por H o por B tienen el coche aparcado por falta de Diesel (o no tienen coche!). Hay quien puede elegir la mejor forma de llegar a su destino, incluso aunque tengan que pagar peaje, otros soportan largas colas ocasionadas por esos atascos impresionantes ocasionados por el afán de las personas de lograr lo mismo en un mismo momento. Eso de "el dinero no da la felicidad, pero yo prefiero llorar en un Ferrari" no es simplemente una frase que alguien dijo por hacer la gracia. Cuando tienes limitaciones, tienes que limitar tu estilo de vida, tu medio de transporte para llegar a donde quieres ir. A veces incluso tienes que cambiar tu destino. Olvidarte de veranear en Mallorca (¡se me había olvidado mencionar la vía aérea y la naval!) y conformarte con mirar por la ventana al coche aparcado en la puerta, cogiendo polvo. Hay momentos para todo, hasta para volverte a patas.

¿Qué hace una golondrina hablando de coches?

No ha sido el año más fácil de mi vida. Perdí un planeta, la salud mental, la confianza en muchas personas y, pese a mis ganas de despegar constantemente me he topado a veces de forma demasiado abrupta con las limitaciones y todo sea de paso, con la realidad. Esa realidad contextualizada sin metáforas, sin control, a pelo. ¿Qué sería de mí con posibilidades?

A las personas nos encanta juzgar, pensar por los demás y usar esa frase de "pues yo que tú haría..." y si no lo haces, usan la de "deberías haber hecho..". Lo curioso es que la mayor parte de las veces ese "yo que tú" implica las circunstancias de la otra persona que, seguramente casi con seguridad, sean diferentes.
Mis circunstancias me asfixiaron y alguien me tendió una mano desde Madrid. No había mucho que pensar. Tomé la mano, planeé, reí, comí muy sanamente y encontré entre esas paredes un nido donde como golondrina me sentí muy afortunada. Creí que en casa las cosas iban a mejor, poco a poco saliendo del pozo. Lo bueno de haber estado tan lejos es que si no te dicen nada ciertamente te enteras de poco. Pedí dinero a mi mejor amigo para pagar el primer plazo de la matrícula de la universidad y entre tanto conocí a una persona muy barata pero de las que no tienen precio. Es raro que alguien a quien nunca has visto te abrace al verte bajar del Metro, sin compromisos ni lazos. Una gran persona de la que me traigo un guiño a la amistad como pocos quedan.
Mis días estaban cargados de ocupaciones que conseguían dormirme a las 12 y poco de la noche. Parecía una persona rehabilitada de una enfermedad crónica. Cogí virus estomacales, inflamación de anginas, placas...todo lo que Irene con sus 11 meses me traía gustosamente de la guardería. Quería quedarme y reescribir todo desde allí, esperé con ansias la resolución del ciclo para bloggear lo contenta (por haber sido aceptada) o triste (rechazada del mismo) que estaba. Pero no pasó así.
Me aceptaron y fui la persona más triste sobre la Tierra durante las siguientes 48 horas. Tuve que aceptar que tenía la posibilidad de quedarme pero tenía que volver. ¿Volver a qué? Simplemente volver al punto donde había dejado aparcado mi coche sin Diesel. Soñar es gratis pero la vida cuesta dinero. Conducir cuesta dinero.
Lo curioso de la vida es ese extraño equilibrio cósmico que hizo que ese camino de vuelta, el más difícil de mi vida, lo hiciera acompañada de mi pareja. Esa persona que en el año de mis limitaciones no ha dejado de regalarme posibilidades. Mi periodo de adaptación fue bonito y tierno y, cuando pasó esa pena, pude ver lo positivo de la situación. El negro es elegante.
Puedo ver a mi primera sobrina y emocionarme cuando tres personas diferentes vean parecido entre las dos. Puedo recibir un abrazo rompecostillas de mi mejor amigo cada vez que lo vea. Puedo volver a ver a mis amigas. Puedo encerrarme en mi pecera-iglú cuando me plazca y compartirla. Hablar con mi hermana, jugar con mis perros o babear de amor por mi gata.
Desde mi última actualización se han terminado los atardeceres naranjas, el nido de golondrinas que adornaba mi casa está vacío y el frío entumece mis pies cuando sólo hay dos ejemplares, los míos, bajo mis sábanas.

He vuelto con decenas de necesidades humanas y con soles marcianos por mis venas. Estoy lista para la tormenta, para salir del paso y sonreír al hombre del autobús.
He vuelto con el corazón lleno de personas, de miradas, abrazos y de no despedidas.

¿Sabíais que la migración de las golondrinas equivale a tres viajes a la Luna?

Comentarios

  1. Lo mejor de las autopistas o carreteras es cuando crees que vas conduciendo sola y de repente sin saber como ni porque, se cruza otra por tú camino. El regalo no es solo que te acompañe en tú viaje, si no que lo llene de besos, de miradas sinceras, y sobre todo que te ponga la mano sobre la pierna mientras conduces y te diga "que todos saldrá bien".
    Soy afortunada de que tú seas la copilota de mi viaje.

    P.D¡Te has olvidado un medio! ¡Los patines!

    Te quiero

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  2. El camino de vuelta nunca es una marcha atrás, sino un "hacia adelante" pero en sentido contrario. Me gusta que no hayas descrito tu vuelta como una marcha atrás, eso te hace muy madura y muy valiente. Ahora toca poner los ojos en otras vías, en otros caminos y hasta en otros copilotos o compañeros de viaje.

    Mi camino... Creo que es el típico que sale en las películas americanas de "Dead End" pero con la señal cada vez un poquito más adelante. Siento que avanzo a ratos y que cada X tiempo me topo de bruces con esa señal que me frena, aunque dicha señal tenga cada vez una forma distinta. Pero bueno... Hasta que tenga los medios para destrozar de una vez por todas esa señal, tendré que conformarme con ir poquito a poco en mi Citroën C4 Gran Picasso que a veces tiene gasoil y a veces no...

    Un abrazo enorrrrrrrrrrrme, ya sabes las ganas que tenía de tenerte de vuelta. ♥

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