. .-. .. ... II

En todo este tiempo de espera, hubo quien se sentó a sus pies, aprovechando la sombra que daba su copa en los meses más duros. 

Tener humanos cerca la reconfortaba. A veces los escuchaba parlotear sin parar mientras se dejaba tocar por dentro. Sentía la vida como si fuera normal, una de tantos billones de personas que habitan la canica azul, como si gran cosa. 

En otros momentos se dejaba querer, mucho pero no tanto, poco pero lo suficiente. Perdía las bragas y jugaba con las espuma de las olas que rompían por sus ramas. A veces le gustaba probar la sal de otras costas y casi siempre, cuando se iban, sus ojos la devolvían para dejarse las ganas secando al sol.

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