. .-. .. ... III
Un murmullo, casi imperceptible, hizo a Topo pegar la oreja al suelo intentando localizar qué hacía vibrar la tierra, despidiendo, despacio, a sus pies del subsuelo y desenterrando consigo la curiosidad del que lleva esperando que algo cambie demasiado tiempo.
Las hojas verdes de sus dedos temblaron apoyadas hasta dejarse caer. Observó sus manos, humanas de nuevo, sus pies perdiendo raíces y sus costillas abrazando a un pecho que galopaba nervioso.
Comentarios
Publicar un comentario