Y puntos suspensivos

Y los días se cruzan. Llevaba una semana en amarillito en mi libreta (feliz) e incluso tuve un momento muy mindfulness tirada en el césped de aquel parque hace un par de días. No estaba prestando atención a los que tenía alrededor, pero los escuchaba reírse de anécdotas o cosas de Telecirco que no me interesaban mucho. Cada vez había menos luz y había podido ver el atardecer muy panchamente. Soy así de fácil. 

Noelia 1 - Hormonas dementoras 0.

Ayer iba por el mismo camino. Las hormonas me dieron la mañana, pero copón, bastante bien se han estado portando con el tiempo que llevamos de pseudoprimavera. Salí a la calle una media horita para despejar mi baja productividad y un pájaro decidió cagarse en mi camiseta y en mi brazo (no sé cómo llegó a ambos sitios de un tiro). No pasa nothing: me río, subo una foto al Insta y la camiseta para lavar. NO-PASA-NOTHING. Pero para hacer la gracia, diré que era un aviso del cielo para decirme gráficamente que no me flipe.
Por la tarde todo iba bien, tanto que iba al cine y no sabía ni qué peli iba a caer (yo, sí, yo, con lo que soy para algunas cosas). En fin, que todo bien hasta que unos puntos suspensivos me cambia el norte. 
A ver, entre las cosas que me joden mucho está eso de lanzar la piedra y esconder la mano. Pues esos puntos suspensivos se convirtieron en piedrecitas cuando encima pregunto por su significado y no me lo explican. Insisto, y decorado de una excusa de mierdecilla para no contestar, se queda igual. Pues muy bien, buenas noches.

Lo malo de tener ciertos conocimientos de psicología y una personalidad un tanto neurótica donde además reina la autocrítica es que intento darle respuestas a los puntos suspensivos girando alrededor de ellos una y otra vez, una y otra vez, una y ooooootra vez. Sí, primero le doy la vuelta de reconocimiento que todo el mundo da: ¿qué? ¿cómo? ¿para? ¿por qué? Después una segunda en la que además le hago el típico análisis funcional que me viene de tara por culpa de la profesión. Después ya empiezo a dar la tercera y la cuarta y la quinta, que son todas para cuestionarme hasta qué punto soy responsable (que no culpable, hablemos con propiedad intelectual) de lo que acaba de pasar.

El por culo más grande que me da es que yo ahora pregunto, y esa es una gran mejora en mi disco duro. ¿Algo no me cuadra? Pregunto. ¿Noto que estás incómod@ con algo que he dicho o hecho? Pregunto. Siempre, y si no lo hago es porque el sensor me ha fallado. 
Pero pregunto. Y si pregunto y me llueven evasivas, me frustro. Y cuando me frustro puedo o ponerme triste o enfadarme. Y cuando las Hormonas Dementoras Monstruantes están espectantes, ellas son las que quieren decidir por ti el estado de ánimo. Y cuando eres psico y detectas eso, no te dejas llevar y te calmas y reconoces que por tu parte todo bien, que el problema es de la otra persona. Pero, cuando además eres neurótica y esas cosas que he dicho antes, le das vueltas pensando en que lo mismo se te está escapando algo y que has hecho algo mal sin darte cuenta. En fin, ¿alguien se ha perdido?
Resumo, paja mental por una tontería. Pero odio las tonterías, porque no estoy para tonterías y porque las tonterías me activan el piloto automático para perderme. Así de sensible y radical me encuentro. 

Noelia 1 - Hormonas Dementoras 1.

Y como era de esperar, porque los patrones conductuales de la gente que quiero ya no me sorprenden mucho, esta mañana me he quedado esperando una explicación.
Pero no pasa nada. Tengo la lupa en las cosas buenas de los días, desde una conversación, un parque, hasta la cantidad de moras negras que como últimamente (hola, soy Carmen Machi). 
Estoy un poco medioqueasí, pero como siempre, la culpa la tiene la primavera.

Hoy voy a quemar la de "Antes de morirme", de Tangana y Rosalía. Hala, a respirar todo quisqui.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hazte pajas positivas

Libreta. 4 de junio de 2023.

Querida Yo