21 Septiembre

21 Septiembre 2015

Hace unos días, cuando hice esta foto, en lo único que pensaba es en lo que le gusta a mi abuela el azul del cielo y lo que me hubiera encantado tenerla justo en ese momento al lado para hacerle mirar. El mismo día subí la foto y no había azul, y no era porque quedara bonita.

Sé que a mi abuela le encanta el cielo despejado porque cada mañana, durante unos 20 minutos de espera al autobús, es capaz de levantar la mirada, sonreír y soltar su "mira qué azul tan bonito tiene el cielo" una media de diez veces. Y yo, que tengo la suerte de verla disfrutar de ese momento tantas veces en una sola mañana, prefiero mirar su expresión y su instante de felicidad compartida conmigo.

El Alzhéimer convierte en desconocidos tanto al que lo padece como a sus familiares. El día que ya no nos reconozca ni atine a darnos el nombre correcto será un día gris, pero nunca tanto como el día en que la ves por primera vez perdiendo su vida por momentos.

La vida no para de enseñarnos cosas, de regalarnos momentos y encapsularlos en recuerdos. Ella los va perdiendo, pero al igual que no se olvida de lo mucho que le gusta el azul, yo nunca olvidaré que ella me enseñó mejor que nadie a mirar al cielo.




21 Septiembre 2016

A ti, que me has visto crecer, jugar, hacer trastadas con mis primos y mis hermanos en el patio de tu casa. A ti, que te he visto ser durante tantos años como alguien que nunca se va, que está como estamos todos, que siempre nos andarías regañando por no parar quietos y organizando las reuniones por navidad o por cumpleaños, con él, mi abuelo, el que ya tampoco está.

Abuela, tengo que decir que el Alzheimer no sólo te cambió a ti. Nos cambió a cada uno de nosotros, los tuyos. Los que siempre seremos parte de ti aunque llegue el día que no lo recuerdes. Alzheimer. Qué difícil de olvidar. Qué ironía, ¿no? Recuerdo que cuando recibí la noticia yo era estudiante de Psicología y andaba más perdida que el Fary en Eurovisión. Estaba empezando a cogerle el gustillo a algunas asignaturas de la carrera pero muy lejos de aquel momento quedaba mi cierto despertar vocacional. Y digo cierto porque incluso hoy, estando enamorada de cada uno de las personas mayores a las que dedico mi pasión, siento que hay muchas personas a las que por diferentes motivos podría prestarles parte de lo que soy. Pero Abuela, mentiría si te dijera que ese día algo no cambió en mí. Supongo que saber qué hay, en teoría, detrás del Alzheimer, no lo hace más fácil. Dicen que el conocimiento es poder, te da control en algunas circunstancias y nos volvemos seres más resolutivos. Pero no, Alzheimer no funciona así

Primero unos despistes, cambios de humor, de comportamiento,… repeticiones, olvidos sin importancia,… más repeticiones, más olvidos, más cambios. El pensamiento se enlentece, el lenguaje se empobrece, los momentos se extravían, los parentescos se entrecruzan, la mirada se pierde… Y entonces un día, antes de que muchas de estas cosas pasen, es Navidad y te abrazo con el mayor sentimiento de realidad del mundo. Nuestra primera Navidad con Alzheimer en la mesa. Recuerdo ese abrazo como ese invitado no te dejará recordarlo a ti, pero no te preocupes, que abrazaré ese recuerdo por las dos todo lo alcanzable. Sentí que mientras yo me abrazaba a la vida, tú te aferrabas a la tuya, de esa tan tuya a la que querías seguir perteneciendo.

Con el tiempo llegaron charlas largas, en modo bucle, donde me contabas en forma de batallita cómo emigrasteis de Jaén y cómo peleasteis por volver, todo lo que trabajaste con tus manos y vuelta a empezar. Entonces sentí que le estabas echando un pulso al Alzheimer, retándolo, sonando en tu cabeza una vez detrás de otra para que nunca se hiciera el silencio.

Después, pude darme cuenta mientras cogías un marco de fotos de mi casa y de forma continua me preguntabas por los que posábamos en ella, que el silencio, sin querer, terminaría por llegar.

Y entonces un día él murió. Así, sin más. Cansado, confuso, triste,… Alzheimer siguió haciendo silencio. Y él se fue, se apagó. Esos días, Abuela, te convertiste para mí en algo más de lo que eres. Sentí que si en mis manos tenía herramientas era mi deber emplearlas. Abuela, sin buscarlo te convertiste en vocación.

Un día escribí una carta de presentación, en la que mentiría si dijera que no fuiste mi inspiración. Confieso que le eché cuento, y que ni contaba con una llamada de vuelta. Y sin liarme mucho te diré, Abuela, que no sólo la recibí de vuelta sino que cada día en mi trabajo me vuelco en ellos como si fueras tú, que los beso como si fueras tú, y que cada día al acostarme intento que él también sienta que lo hago. Esas personas mayores a las que dedico mis días también tienen familias, Abuela, familias con miedo al olvido, un miedo tan grande que ensordece. Todos lo sienten, y se enfadan, y no comprenden, y se frustran, y a veces es tal el desasosiego que hasta buscan culpables. Pero lo único que necesitan es entender y lidiar. Tengo la suerte de trabajar en un centro donde no tengo que ser sustituta de amor de una hija o de una nieta, puesto que si las tienen, están ellas mismas para ofrecérselo. En cambio, tengo más suerte aun por poder ser ese eslabón intermedio que me deja pelear con ellos, con todos ellos, y que hasta cuando es obvio que el olvido arrastra, no están solos.

Por todo esto podría decir que por ti trabajo cada día por ser una parte activa de todo este proceso.

Sé que este texto se convertiría en estos momentos en tus manos en un montón de frases que adquirirían sentido al ser leídas y que a los dos segundos serían historia, pero no importa. Más que un puñado de palabras prefiero hacerte recordar que cada día de olvido, estamos contigo.

Hoy, día del Alzheimer, serás mi recuerdo favorito.

A ti, por hacerme apreciar la brevedad de los momentos y el azul del cielo.



21 Septiembre 2021

Antes de que un día pierda la cabeza, no habrá persona a la que quiera a la que no le hable de ti. Vas a vivir eternamente saltando entre los recuerdos de esa gente que, aunque sea durante cinco minutos, sabrán quién eras y lo mucho que te quise.

Vas a ser eterna en mis geranios rojos hasta que yo me borre.

Fuck you, Alzhéimer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hazte pajas positivas

Libreta. 4 de junio de 2023.

Querida Yo